domingo, 14 de diciembre de 2014

ANIMALES

Resulta gracioso ver cómo intentamos disimular lo que realmente somos: animales. Tan preocupados por la conciencia, por la moralidad, por la imagen... y dejamos atrás la mayor parte de nosotros mismos: el instinto. Nutrirse, comunicarse, reproducirse. No necesitamos nada más, pero somos tan estúpidos como para ingeniar otras preocupaciones, preocupaciones de las que podríamos prescindir totalmente.
Os pareceré hipócrita, ya que todas y cada unas de las entradas de este blog hablan de esas estúpidas y patéticas preocupaciones. Lo soy, pero no porque quiera; es algo que no podemos evitar, supongo que crear ese puñado de estupideces forma parte de nuestro instinto. 
¿Qué somos entonces? Supongo que el hijo mestizo entre un mono y la paloma del espíritu santo. Mitad animal, mitad dios. Sentimos cómo nuestra alma -o lo que quiera que sea- nos pide a gritos una razón de ser, a la vez que nos domina el instinto animal, ese tan perro, el que nos baja la sangre a la entrepierna.
En fin, voy a dejar de escribir porque debo pagar el precio por no ser un animal: ser responsable. Termino con un antipoema que escribí hace unos días.

''Animales en parte somos,
¿por qué no totalmente?
Correr desnudos,
defecar en esquinas,
miccionar en farolas...

Todo sería más sencillo,
todo sería mas auténtico,
sin mentiras, sin complejos,
sin la conciencia ni el pensamiento.''

1 comentario:

  1. vivimos en una selva de humanos hasta tal punto que deberíamos animalizar nuestra conducta para mejorar…así, por desgracia, están las cosas. Ellos se rigen por una ley natural... y la nuestra??? si hasta matamos a nuestros cachorros y abandonamos a los viejos!

    ResponderEliminar